Siempre he soñado con escribir mi diario en línea pero como si fuera mi cuaderno secreto, contándolo todo, sin censura, tal cual está en mi mente, sin importarme qué va a decir mi abuela. Exponer mi corazón y mis ideas ante el cruel y despiadado juicio del mundo, donde se valora más la discreción y el secretismo, No le cuentes a nadie tus planes, te dicen los memes de autoayuda, No hables con nadie, cuídate, no te sobre expongas, valora tu privacidad, el mundo es un peligro, la gente quiere hacerte mal.
Pero entre más paso el tiempo cuidándome, más ganas me dan de publicarme: soltarme todo y diluirme. Pertenecer a los demás. Ser total y absolutamente transparente sobre mis deseos, mis anhelos, mis esperanzas, mis sueños, mis miedos. No tener que cuidarme de nada ni de nadie, nunca más. Vivir sin miedo: para mí, eso sería el paraíso.
Y en realidad todo esto es para poder acercarme a alguien, a quien sea, a alguien a quien quiero o a un desconocido, y sin miedo poder tocarle el hombro, sentir su calor, mirar sus ojos y ver que me sonríe, conocer su historia, sus miedos, sentir que somos parecidos, que compartimos experiencias, sentir que mi presencia le brinda calma y satisfacción así como a mí la suya, poder ayudar en algo, servir, contribuir aunque sea un poco en la historia del universo, hacerlo un poco mejor.
Luchamos contra la soledad (y hablo de la soledad del alma, de sentirse solo, no simplemente estar sin compañía) como luchamos contra la muerte o contra el hambre. La consideramos una enorme amenaza: vivir aislado es tener pocas probabilidades de felicidad, o incluso de supervivencia. Debemos establecer vínculos con nuestros semejantes si queremos jugar este juego. Recuerda siempre que somos animales sociales.
Vamos por el mundo buscando gente como nosotros, que piense como nosotros, que defienda nuestros valores, que se emocione por nuestros triunfos y llore nuestros fracasos. Buscamos una tribu que nos cobije y que nos haga sentir parte de algo más grande y más duradero. En medio del caos, buscamos certezas.
Pero al mismo tiempo, tenemos miedo de que nos lastimen, que nos juzguen, que nos rechacen, justo por ser como somos y pensar lo que pensamos. Por hacer lo que hacemos y desear lo que deseamos. Que nos segreguen, nos aparten y nos ignoren por tener pensamientos o deseos poco comunes o demasiado particulares.
Por eso nos da miedo mostrarnos. En un mundo competitivo como en el que vivimos, ser vulnerable es estar en desventaja. Para ganar, debes ocultar tus estrategias y tus movimientos. En un mundo cooperativo, mi experiencia puede ser útil para alguien más, y mi deber es compartirla, aunque no adquiera nada a cambio. Pero no vivimos en un mundo cooperativo, y la ideología consumista inunda todas y cada una de nuestras prácticas y deseos.
Confesar por ejemplo que he estado fumando demasiado. Pasé de un cigarrillo ocasional, a dos o tres al día. Poco a poco siento cómo se van ensuciando mis pulmones y por más ejercicio que trato de hacer, no consigo frenar las consecuencias. Según Grok,
Fumar puede ser una manifestación de necesidades inconscientes: buscar consuelo oral, afirmar control, llenar vacíos afectivos, expresar autodestrucción o reprimir emociones. Aunque la nicotina crea dependencia, el hábito inicial y su persistencia suelen responder a conflictos más profundos, como inseguridades, traumas o deseos de rebeldía. La clave para dejar de fumar no solo está en la fuerza de voluntad, sino en explorar estas dinámicas inconscientes (quizás con terapia o introspección) para encontrar formas más saludables de satisfacer esas necesidades.
Para mí no fue una simple situación: Ah, estoy fumando más, vaya vaya. Debe haber alguna razón de fondo que no he descubierto todavía. Tengo algunas sospechas, sobre todo porque también ha estado acompañado de nuevas actitudes y conductas que he estado teniendo, justo con el objetivo de sentirme más pleno, más tranquilo, más calmado.
Debemos seguir adelante. Los problemas no se acabarán hasta que la vida se acabe. No existe la existencia perfecta, sin sobresaltos. No podemos pretender habitar el caos en barquitos de papel. Debemos aprender a movernos con las olas. Abandonarnos a la marea y dejarnos caer.
Algunas le llaman confiar, otros le dicen Tener fe. El Señor es mi pastor, nada me faltará, ese es mi mantra, cada vez que tengo miedo, recito en mi mente
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
En verdes praderas me hace descansar,
junto a aguas tranquilas me lleva.El Señor me reconforta,
me conduce por caminos rectos
haciendo honor a su nombre.Aunque camine por valles sombríos,
no temeré mal alguno,
porque Tú estás conmigo,
tu vara y tu cayado me sosiegan.Ante mí preparas una mesa
delante de mis enemigos,
unges mi cabeza con aceite
y mi copa rebosa.El bien y la bondad estarán conmigo
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
durante días sin fin.
No sé si todo el mundo reaccione igual con el miedo. Para mí, es El Enemigo, y de eso se trata la vida: Descubrir y vencer nuestros miedos, pasar del otro lado, soltar todo… y largarse.
Qué maravilla.

![Etnografía del miedo [2025]](https://kosmografo.blog/wp-content/uploads/2025/05/kosmografias-Miedo2025.png)


